Se puede ser feliz

Esta semana he vuelto a ver una de mis películas favoritas "A propósito de Henry".

Su protagonista, Harrison Ford, tras un accidente en el que pierde la memoria, tiene que volver a aprenderlo todo, aprender a vivir de nuevo.

Cree que puede volver a su vida anterior pero no le gusta, no encaja, no le hace feliz y prueba a encontrar otro camino. Contempla desconcertado, que lo que le dicen que le proporcionaba satisfacción, ya no lo hace.

No hace caso al que le dice quién es, lo averigua por si mismo. Tampoco se plantea que le quieran más, sino cómo lograr querer él más su alrededor.

Comienza a querer a su mujer, a estar unido con su hija, a comunicarse de otro modo, a trabajar de otro modo, a vivir su vida de otro modo.... y todo ello le hace feliz, aunque le consideren ahora un fracasado o una víctima los que antes le consideraban una persona de éxito.

Busca cómo aumentar su libertad y su experiencia de bienestar. Lo hace a través de lo que le dictan sus emociones, sus reacciones. Deja hábitos, formas de pensar y relaciones que no le hacen sentirse bien. Actúa guiándose por lo que le hace sentirse mejor.

Comprueba que ser feliz no es sinónimo de no tener problemas, ni una búsqueda de la satisfacción a corto plazo, que se requiere decisión par aprender a renunciar a determinadas reacciones, ideas y relaciones que le perjudican, ser agradecido y continuar su camino con el corazón limpio, ligero.

Al experimentar sus límites, acepta su legitimidad a equivocarse y a que los demás lo hagan. Considera que el límite genera la necesidad de ayudar y ser ayudado, cambia su manera de hacer las cosas, de mirar la vida.

Aprende que nadie decide quién es él y sin odios, rencores ni resignaciones, con agradecimiento en el alma, continúa su vida tranquilo, contento, feliz.