viernes, 6 de marzo de 2009

Una Pena en Observación



Hace poco, comentaba lo mucho que me gusta la película "Tierras de Penumbra" porque acaba siendo una enérgica afirmación de la vida. Como decía el propio C. S. Lewis, "vivimos en tierras de penumbra"; pero "hay luz en la oscuridad".

El libro de C.S Lewis "Una Pena en Observación", me gusta tanto o incluso más.

Es un pequeño libro, unas cien páginas, en el que Lewis describe lo que supuso para él la muerte de su esposa. A través de un corazón desgarrado por el dolor y un alma transparente, narra su drama interior. Drama que incluso ha hecho tambalear sus convicciones religiosas.

Él sabía la teoría de que el amor siempre supone dolor, y de que Dios emplea ese sufrimiento para perfeccionar al hombre. Pero será al sentir en propia carne la pena por la muerte de un ser querido cuando comprenda el verdadero alcance de esas ideas.

Es de ese descubrimiento del sentido del dolor, paralelo a la purificación y profundización de sus convicciones, del que hoy quiero hablar. El choque con el sufrimiento, sirve para madurar la fe.

Y aquel hombre, que hablaba muy bien del amor, pero que no había querido con locura a nadie, se da cuenta de que la mayoría de las cosas que ha escrito y comentado en conferencias sobre la aceptación del dolor, no son mas que teorías.

Es al vivirlas en primera persona, cuando se da cuenta de que lo que ofrecía a los demás habían sido teorías que él al intentar practicarlas, no podía.. No estaba "a la altura de lo que predicaba" el dolor, el sufrimiento de ese momento,no se lo permitía.

Ideas como ésta: "Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero nos grita en nuestros dolores: es su megáfono para despertar a un mundo sordo", son suyas, pero en ese momento, no le valían.

Se queja a Dios, como todas las personas que han sentido a veces chirriar algo en su interior cuando "el consuelo de la religión" no es suficiente.

Con el transcurso del tiempo, llega a ver un poco las cosas desde el punto de vista de Dios. Y piensa que Dios no le consuela con las teorías que ha escuchado tantas veces, sino que le mete en otro mundo, sin suprimir el dolor. Sabe que tiene que experimentarlo para poder aceptarlo.

Finalmente, mira a Dios y llega a pensar, aunque no lo diga quizá esas palabras, que "Él sabe más".

Y escribe:"Mis apuntes han tratado de mí, de H. y de Dios. Por ese orden. Exactamente el orden y las proporciones que no deberían haberse dado". El orden que debería haberse dado es, claramente, "Dios, H. y yo".

A mi eso me ocurre muchas veces, y entonces cuando toca fondo el sufrimiento pienso, "Si hubiera puesto en práctica lo que predico: Dios, los demás y yo, no me iría asi".

Creo que un corazón puede estar desgarrado por el dolor ante una pérdida importante. Bien se trate de la pérdida de una persona querida, trabajo, prestigio, confianza, libertad, de tantas cosas.. y el proceso me parece que es el mismo que narra Lewis ante la pérdida del ser amado, cada cual a su nivel, con su hondura.... pero de denominador común todos tienen esa característica con la que empieza el libro "Nadie me había dicho que la pena se viviese como miedo"...

Cuando se experimenta esa pena, se acepta hasta el fondo y se plantean cuestiones de fe, con el tiempo nace la tranquilidad que se experimenta de saberse sostenido por El, al madurar nuestra fe, eso es lo que creo que Lewis nos quiere transmitir.

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